martes, 10 de enero de 2012

Viajar con lo puesto...

Pese a lo malo que soy para leer, uno de mis primeros empleos fue en una Biblioteca, a la cual llegué como de costumbre, no hasta entonces, pero después sería habitual, entré por la madre de mi novia, parece que verlo a uno sin trabajar es como el peor de los males.

Luego de ganarme todas las confianzas, apareció el verano y las ganas de trabajar se fueron con las frías mañanas de la primavera, un paseo de verano se urdió entre mis amistades de ese entonces y faltar era un pecado, pese a todo ello, no recuerdo las motivaciones que me excluían de aquel viaje.

Me invitaron en última oportunidad, insistiendo a mi negativa y simplemente me escudé en que no había hecho maletas para el viaje, aún recuerdo las palabras "anda con lo puesto", un concepto inconcebible hasta entonces, pero al cabo de unos minutos organizamos una avanzada de viaje entre quienes nos quedábamos abajo.

Tomamos un bus pirata y las condiciones etílicas de mis acompañantes no serán reveladas en este fragmento, pero sus irresponsabilidades en bajar a comprar en una bencinera y mi descuido al no estar atento, nos dejaron  a pie a medio camino perdiendo toda la ropa y especies que transportábamos camino a aquel viaje sorpresa.

Al cabo de unos minutos, privilegiamos la cantidad en vez de la calidad, para poder viajar en un camión que nos pudiera transportar a los 4, perdimos toda posibilidad de alcanzar ese bus pirata y ladrón, era como pagar nuestras culpas encerrados entre cajones de manzanas, con nuestros atuendos veraniegos viajando cerca de la media noche y con uno de los tripulantes embarrado hasta el pelo por culpa de su mal equilibrio.

Llegamos a destino pagando un viaje extra y nos olvidamos de todo lo malo ocurrido y disfrutamos hasta que se nos permitió en aquel paraje...